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Corazón y Mujer, 1ª Parte

 

Aunque es evidente que existen diferencias entre un hombre y una mujer, no sólo es la apariencia externa la que nos distingue. También somos diferentes en otros aspectos.

Las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte en la mujer en los países desarrollados. Sin embargo, la repercusión de este problema ha sido escasa en nuestra sociedad, no sólo en las propias mujeres, sino también en los medios de comunicación, y probablemente en los sistemas de salud.

 

En el caso de la cardiopatía isquémica (infarto y angina de pecho), la edad de aparición suele ser más tardía que en los hombres por el efecto protector de las hormonas femeninas, los estrógenos. Sin embargo, a partir de los 70 años, la incidencia de la enfermedad se iguala con los hombres.

La manera de presentarse la cardiopatía isquémica también difiere entre ambos sexos. Es más frecuente que en la mujer aparezca angina de pecho, mientras que en el hombre se manifiesta como infarto o muerte súbita. Pero, cuando la mujer tiene un  infarto, las complicaciones son más frecuentes. Esto es así porque la mujer tarda más en llegar al hospital, probablemente porque los síntomas del infarto puede que no sean los típicos y porque la edad a la que se presenta es mayor, y por tanto existen otras patologías asociadas que empeoran el pronóstico. Estas circunstancias hacen que la mujer pueda beneficiarse menos de ciertas técnicas diagnósticas y de tratamiento.

 

También es un hecho que las mujeres han sido menos estudiadas que el hombre, de manera que su representación en los ensayos clínicos y en los estudios de técnicas diagnósticas ha sido insuficiente. Un motivo ha podido ser la exclusión de los estudios por estar la mujer en edad fértil o en edad avanzada, que precisamente es cuando la probabilidad de la enfermedad es mayor, y las patologías asociadas  (diabetes, hipertensión,...) más frecuentes.

 

Para solucionar estos problemas, se han puesto en marcha diversas campañas por parte de las sociedades científicas cardiológicas. Además, algunas agencias públicas han decidido financiar únicamente aquellos estudios en los que la mujer esté bien representada.

Al igual que en el hombre, en la mujer, especialmente tras la menopausia, es importante valorar el riesgo cardiovascular, estudiando los factores de riesgo (hipertensión, diabetes, colesterol alto, tabaco) y acudiendo al médico cuando existan síntomas (dolor en el pecho, falta de aire de aparición repentina con o sin sudoración) que hagan sospechar la enfermedad.

 

Como conclusión podemos decir que en el caso de la mujer, la cardiopatía isquémica tiene unas características particulares, se diagnostica menos, también se trata menos y hacen falta más estudios para clarificar el papel de las técnicas de diagnóstico y tratamiento.

En el siguiente número analizaremos las implicaciones del sexo en otras enfermedades del corazón....